Los factores
ambientales que, día a día, dañan nuestra piel hacen imprescindibles
tratamientos específicos que den respuesta a las necesidades corporales de
hidratación, luminosidad, restablecimiento del tono de piel opaco y un aumento
de la capacidad de defensa de la piel.
Como todos los seres
vivos, necesitamos agua para sobrevivir; y nuestra piel no es una excepción. Al
tratarse de una parte del organismo especialmente susceptible a las agresiones
externas, nuestra epidermis sufre con facilidad estados de deshidratación o sequedad
en sus capas más superficiales con la consiguiente rigidez y pérdida de
elasticidad.
El nivel de
hidratación de nuestra piel dependerá de la facilidad que tenga para retener
parte del agua que pasa por ella. Las ceraminas son las verdaderas encargadas
de determinar el nivel de hidratación, además de proteger y reparar las
agresiones solares.
Pero con el paso de
los años nuestra piel va perdiendo su capacidad de retener agua y por tanto
también de eliminar las toxinas. Conforme la piel va perdiendo su capacidad de
retener agua, pierde sus propiedades suavizantes y protectoras y se vuelve cada
vez más seca y menos elástica, apareciendo las primeras arrugas.
Cuando utilicemos
productos hidratantes para nuestra piel, éstos deben proporcionarnos la suavidad
y la elasticidad perdida, ya que su función no es otra que la de regular el PH
de nuestra piel, aportar los oligoelementos y las vitaminas que necesitamos
para evitar el agrietamiento y la descamación, potenciar la formación de
tejidos proteicos que retrasen el envejecimiento y actuar contra los radicales
libres.
La Deshidratación
de la piel:
A través de los años, el contenido hídrico de
nuestra piel disminuye de manera natural pero ello no significa que las pieles
más jóvenes no sufran también problemas de deshidratación. El alcohol, el
tabaco, una alimentación rica en grasas saturadas, las exposiciones solares y
los ambientes demasiado fríos o calientes son factores determinantes para la
pérdida de humedad, una condición que se manifiesta con rapidez en la epidermis
en forma de sequedad, enrojecimientos, arrugas prematuras o granitos.
Algunos principios activos de cremas hidratantes corporales:
Aceite
de almendras dulces:
acción dermosuavizante y reparadora, debido a su capacidad de sustituir los
lípidos perdidos con la edad por otros sanos y jóvenes.
Vitamina
A:
gran regenerador celular que alisa la dermis, iguala el tono luminoso y
potencia el crecimiento celular.
Vitamina
C:
fundamental para conservar la elasticidad y retrasar el envejecimiento de la
piel. Además, neutraliza los radicales libres por ser un potente antioxidante.
Vitamina
E:
potente regenerador de tejidos que estimula el metabolismo celular de la piel y
protege su contenido normal en grasas.
Urea: incrementa el
contenido de agua en la piel dispersando la queratina epidérmica de forma
similar a un peeling natural suave.
Vitamina
PP:
contribuye a la nutrición de la epidermis, manteniéndola elástica y sana.
Extracto
de soja:
actúa como un potente antioxidante y por tanto es un completo agente
antienvejecimiento.
Mucus
vesiculosus:
emoliente, protector, tónico y reforzador del film hidrolipídico. Estimula la
circulación y elimina toxinas.
Inositol: aporta consistencia
y densidad a las estructuras dérmicas.
Castaño
de Indias:
acción tónica venosa, antiinflamatoria y antiséptica, además de una acción
detoxificante corporal.
Chitosan: Ayuda a retener la
humedad cutánea y mejora la elasticidad dérmica. Tras su aplicación, el grado
de humedad cutánea aumenta en el primer día de tratamiento un 10%, llegando a
un 23% al octavo día.
Si necesitas una
hidratación extra para las zonas más secas o duras del cuerpo como pueden ser
codos, rodillas y talones, aplícate un poco de manteca de cacao, es un producto
natural muy hidratante que te devolverá la humedad perdida en estas zonas.
Y como la hidratación
también va por dentro... debemos llevar una dieta sana y rica en vitaminas, en
la que no deben faltar las verduras, las frutas y los cereales integrales, y por
supuesto beber un mínimo de un litro de agua al día. Por otro lado deberás
reducir el consumo de alimentos precocinados o enlatados, así como la ingesta
de alcohol, café y tabaco, ya que estos productos atacan nuestra piel.
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