lunes, 17 de marzo de 2014

La Hidratación Corporal



Los factores ambientales que, día a día, dañan nuestra piel hacen imprescindibles tratamientos específicos que den respuesta a las necesidades corporales de hidratación, luminosidad, restablecimiento del tono de piel opaco y un aumento de la capacidad de defensa de la piel.
Como todos los seres vivos, necesitamos agua para sobrevivir; y nuestra piel no es una excepción. Al tratarse de una parte del organismo especialmente susceptible a las agresiones externas, nuestra epidermis sufre con facilidad estados de deshidratación o sequedad en sus capas más superficiales con la consiguiente rigidez y pérdida de elasticidad.
El nivel de hidratación de nuestra piel dependerá de la facilidad que tenga para retener parte del agua que pasa por ella. Las ceraminas son las verdaderas encargadas de determinar el nivel de hidratación, además de proteger y reparar las agresiones solares.
Pero con el paso de los años nuestra piel va perdiendo su capacidad de retener agua y por tanto también de eliminar las toxinas. Conforme la piel va perdiendo su capacidad de retener agua, pierde sus propiedades suavizantes y protectoras y se vuelve cada vez más seca y menos elástica, apareciendo las primeras arrugas.
Cuando utilicemos productos hidratantes para nuestra piel, éstos deben proporcionarnos la suavidad y la elasticidad perdida, ya que su función no es otra que la de regular el PH de nuestra piel, aportar los oligoelementos y las vitaminas que necesitamos para evitar el agrietamiento y la descamación, potenciar la formación de tejidos proteicos que retrasen el envejecimiento y actuar contra los radicales libres.

La Deshidratación de la piel: 
A través de los años, el contenido hídrico de nuestra piel disminuye de manera natural pero ello no significa que las pieles más jóvenes no sufran también problemas de deshidratación. El alcohol, el tabaco, una alimentación rica en grasas saturadas, las exposiciones solares y los ambientes demasiado fríos o calientes son factores determinantes para la pérdida de humedad, una condición que se manifiesta con rapidez en la epidermis en forma de sequedad, enrojecimientos, arrugas prematuras o granitos.



Algunos principios activos de cremas hidratantes corporales:

Aceite de almendras dulces: acción dermosuavizante y reparadora, debido a su capacidad de sustituir los lípidos perdidos con la edad por otros sanos y jóvenes.
Vitamina A: gran regenerador celular que alisa la dermis, iguala el tono luminoso y potencia el crecimiento celular.
Vitamina C: fundamental para conservar la elasticidad y retrasar el envejecimiento de la piel. Además, neutraliza los radicales libres por ser un potente antioxidante.
Vitamina E: potente regenerador de tejidos que estimula el metabolismo celular de la piel y protege su contenido normal en grasas.
Urea: incrementa el contenido de agua en la piel dispersando la queratina epidérmica de forma similar a un peeling natural suave.
Vitamina PP: contribuye a la nutrición de la epidermis, manteniéndola elástica y sana.
Extracto de soja: actúa como un potente antioxidante y por tanto es un completo agente antienvejecimiento.
Mucus vesiculosus: emoliente, protector, tónico y reforzador del film hidrolipídico. Estimula la circulación y elimina toxinas.
Inositol: aporta consistencia y densidad a las estructuras dérmicas.
Castaño de Indias: acción tónica venosa, antiinflamatoria y antiséptica, además de una acción detoxificante corporal.
Chitosan: Ayuda a retener la humedad cutánea y mejora la elasticidad dérmica. Tras su aplicación, el grado de humedad cutánea aumenta en el primer día de tratamiento un 10%, llegando a un 23% al octavo día.

Si necesitas una hidratación extra para las zonas más secas o duras del cuerpo como pueden ser codos, rodillas y talones, aplícate un poco de manteca de cacao, es un producto natural muy hidratante que te devolverá la humedad perdida en estas zonas.
Y como la hidratación también va por dentro... debemos llevar una dieta sana y rica en vitaminas, en la que no deben faltar las verduras, las frutas y los cereales integrales, y por supuesto beber un mínimo de un litro de agua al día. Por otro lado deberás reducir el consumo de alimentos precocinados o enlatados, así como la ingesta de alcohol, café y tabaco, ya que estos productos atacan nuestra piel.



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